La inesperada infancia

Hoy en clase de literatura universal Luisa nos ha mandado crear un relato en el cual nos inventáramos qué pasaría si alguien se despierta y algo de su vida a cambiado drásticamente, en mi caso he inspirado mi historia en una niña, que soy yo, se despierta y ha vuelto 10 años atrás.


La inesperada infancia

Cuando me desperté aquella mañana, 17 de Noviembre algo había cambiado pero no sabía muy bien el que. Me levanté de la cama, y mi habitación era rosa, llena de muñecas y juguetes, de rotuladores por el suelo y dibujos en la pared, como cuando era pequeña, todo era muy extraño pensaba que estaba en un sueño, fui al baño me lave la cara, y ahí fue cuando me di cuenta que no era un sueño. Al mirarme en el espejo di un grito desgarrador, no podía creer que estuviera viendo a mi yo de 7 años, recuerdo la edad, porque tenía el pelo corto y desde entonces nunca más me lo volví a cortar.

Llorando sin entender lo que estaba pasando fui a coger mi móvil que siempre estaba en la mesilla de noche, pero esta vez no estaba solo había juguetes, juguetes, y más juguetes, yo deseaba que fuera un sueño, y despertarme de él cuanto antes, pero la realidad era cada vez más impactante ya que todo era igual que 10 años atrás.

Fui a la cocina todos estaban allí, mi madre, mi hermano, mi padre, todos más jóvenes y desayunando churros, como todos los domingos, pero, nada era igual desde que el abuelo murió en 2018, todos los domingos solía entrar por la puerta con su radiante sonrisa de oreja a oreja, contagiándonos a todos de felicidad, siempre jugábamos al dominó y a las cartas, pero desde que no estaba el domino cogió polvo, y los churros nunca más se volvieron a comer. Mis padres me miraban extraño, no entendían lo que me pasaba, por mas que se lo explicase creían que les estaba bromeando, y de repente ellos entre risas y yo angustiada por ser incomprendida, sonó la puerta, ese olor me era familiar, esos andares, ese tono de voz, y cuando me gire no podía creer ver a mi abuelo de nuevo.

Llore desconsoladamente corriendo hacia sus brazos para no soltarlo durante los próximos 5 minutos, mi abuelo, desconcertado, no entendía nada, pero me abrazaba mientras yo le repetía lo mucho que le quería, y diciéndole lo mucho que sentía no haber sido la mejor nieta del mundo. Porque antes de morir, discutí con mi abuelo diciéndole cosas muy feas, y cuando fui a disculparme ya era demasiado tarde para hacerlo, y eso era un castigo interno que llevaba siempre conmigo.

Los meses pasaron, y yo anhelaba, cosas de mi vida pasada, que en realidad es la futura, quería salir a la calle con mis amigas, quería tener móvil, redes sociales, en fin las cosas que solía qué hacer, pero la verdad es que aunque al principio todo era muy raro, a medida que pasaban los meses todo era como yo lo recordaba, el colegio, mis amigas, cuando pasaba algo yo ya sabía que impacto iba a tener, sabía que hacer o no hacer.

Ahora te estoy hablando cuando ya han pasado 3 años desde aquel 17 de noviembre, y no puedo estar más agradecida de que esto sucediese, porque me ha servido para ser mejor persona y portarme mucho mejor con la gente que me rodea, sobre todo con mi querido abuelo, que le quiero como a nadie en este mundo, en fin, y aunque echase de menos mi vida como adolescente, volver a la infancia nunca está mal, siempre va a ser una etapa bonita y que voy a recordar con mucho cariño. Soy Alba, actualmente tengo 10 años  y ojalá la infancia y la gente que me rodea fuese eterna.


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